Tal como afirman Bueno, Morcillo y Salmador (2005), la Dirección Estratégica centra su atención en el estudio de dos aspectos fundamentales: el contenido de la estrategia y el proceso por el que se llega a la formación de dicho contenido (Lynch, 1997), dicotomía que Schendel (1992) destaca como relevante en el ámbito de la investigación ya que contribuye a acotar el objeto de estudio dentro de esta disciplina.

Así, por una parte, esta disciplina se centra en estudiar el contenido de la estrategia, lo ‘que se pretende en la empresa’ o el ‘patrón de comportamiento seguido por la empresa’. Desde este punto de vista se tratan temas tales como la definición de la estrategia, la comprensión de cuáles son los elementos que la forman para alcanzar y mantener una ventaja competitiva, la definición del campo de actividad de la empresa, la manera de competir en los diferentes mercados en los que están presentes las distintas unidades de negocio, etc.

Y, por otra parte, esta disciplina se centra en estudiar el proceso estratégico o proceso de formación de la estrategia, que hace referencia a la manera en la que se va formando la estrategia realmente seguida por la empresa, teniendo en cuenta que ésta puede ser fruto de múltiples acciones, tanto de tipo deliberado (acciones llevadas a cabo consciente e intencionadamente con el fin de crear estrategia) como emergente (acciones no llevadas a cabo consciente e intencionadamente con el fin de crear estrategia).

En la actualidad confluyen una serie de circunstancias que justifican el gran interés por el estudio del proceso estratégico de la empresa:

  • Gran importancia del proceso estratégico en entornos de fuerte reto estratégico (entornos muy dinámicos, complejos y hostiles), habituales en la mayoría de sectores de la economía actual. En la actualidad la mayoría de las empresas están inmersas en entornos turbulentos, complejos y hostiles, en los que hay poca estabilidad y las condiciones cambian con frecuencia. Para estas empresas se hace imprescindible definir, establecer y fomentar una serie de procesos estratégicos que faciliten la rápida generación de nuevas estrategias que permitan dar adecuada y pronta respuesta a las frecuentes oportunidades y amenazas que surgen en el entorno.
  • Escasez relativa de estudios teóricos y empíricos sobre el proceso estratégico.
  • Necesidad de un modelo del proceso estratégico de aplicación general, que incorpore e integre las diversas teorías y tipologías existentes, y facilite las tareas de definición y análisis de los procesos estratégicos de la empresa.

Así, de hecho, ha sido constatado por varios autores, como por ejemplo:

Hamel (1998) afirma que el entorno competitivo de hoy en día es muy diferente al que dio lugar al concepto de estrategia hace más de treinta años. Los importantes cambios acontecidos en el entorno han producido una devaluación de los conceptos estratégicos tradicionales, emergiendo nuevos conceptos fundamentalmente en lo relativo al contenido de la estrategia. Mientras ha habido una importante innovación respecto al contenido de la estrategia (nuevos conceptos de competencias, gestión del conocimiento, coaliciones, redes, etc.), no ha habido la correspondiente innovación respecto al proceso de creación de la estrategia. Así, en años recientes, los estrategas pueden tener mucho que decir respecto del contexto y contenido de la estrategia, pero poco interesante que decir sobre la tarea de creación de la estrategia. La industria de la estrategia (académicos, profesores de escuelas de negocio, consultores, planificadores, etc.) tiene un importante problema: no tiene una teoría sobre creación de estrategia, no sabe de dónde vienen las nuevas estrategias audaces creadoras de valor, aunque por supuesto todos sepamos reconocer una buena estrategia cuando la vemos, a posteriori. Este autor también destaca la importancia del proceso estratégico en el entorno competitivo actual, comentando que nunca ha sido tan necesario el pensamiento estratégico como en los tiempos turbulentos de hoy en día.

Bueno, Casani y Lizcano (1999) afirman que, tal como se recoge en los números especiales del Strategic Management Journal, el proceso que se sigue en la empresa para la formación de la estrategia ha sido mucho menos estudiado teóricamente que el otro aspecto al que hace referencia el estudio de la estrategia, su contenido, siendo a su vez deseable disponer de una mayor evidencia empírica a este respecto. Por tanto, consideran muy necesario profundizar en este campo de investigación. Y añaden que, al no existir modelos generales de validez reconocida que permitan establecer metodologías de formación de la estrategia en la empresa con garantías de éxito, se ha abierto un amplio proceso de reflexión entre académicos, consultores y profesionales de la empresa sobre la importancia del pensamiento estratégico y las distintas vías que puede adoptar el proceso estratégico.

Bueno, Morcillo y Salmador (2005) también destacan la importancia del análisis del proceso estratégico frente al estudio de los aspectos relacionados con el contenido de la estrategia, especialmente en entornos de fuerte reto estratégico (entornos muy dinámicos, complejos y hostiles).

Por último, y tal como comenta Hart (1991), hay que tener en cuenta que durante las últimas décadas han sido propuestas muchas teorías y tipologías respecto al proceso de creación de la estrategia, faltando, sin embargo, un modelo integrador que reconcilie lo postulado por las diferentes escuelas de pensamiento en competencia. Este autor también cita otra de las lagunas tradicionales existentes en este campo de estudio, relativa a la escasa cantidad de estudios empíricos que permitan validar las teorías propuestas.


Si estás interesado en profundizar sobre el proceso estratégico de la empresa, permíteme que te recomiende:
- Libro: "El proceso estratégico de la empresa. Teoría y casos de estudio" (Roch, 2022).
- Cursos sobre el proceso estratégico de la empresa.
Entrada 1: Justificación del gran interés actual por el estudio del proceso estratégico de la empresa

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